22.11.06

Manuel Pérez es Nahuel Pérez

Premios y equívocos para el Cine nacional


Nahuel Pérez Biscayart («Manuel Pérez», para las agencias internacionales) uno de los argentinos premiados en el Festival de Viña del Mar, donde «Una estrella y dos cafés» de Alberto Lecchi ganó el premio especial del jurado, el de la crítica y el del público.

Más premios para «Una estrella y dos cafés» de Alberto Lecchi, y un par de equívocos, signaron ahora el buen camino de las películas argentinas en festivales internacionales. Por un lado, «Una estrella y dos cafés» acaba de ganar nada menos que el premio especial del jurado, el premio de la crítica, y el premio del público, del 8° Festival Internacional de Cine de Viña del Mar. El jurado elogió asimismo su carácter de «historia sencilla y de una humanidad entrañable, en un contexto geográfico imponente» (se filmó en Purnamarca).

El primer premio fue para la coproducción chileno-brasileña «Prohibido prohibir», de Jorge Durán, un chileno exiliado hace 30 años en San Pablo. Como actores de reparto ganaron el chileno Alfredo Castro, por «Fuga» (coproducción con Argentina) y la española Elvira Migues, por «Tapas» (también coproducción con Argentina). Y como actor protagónico también ganó un argentino, Nahuel Pérez Biscayart, por «Tatuado».

El detalle es que, al parecer, las computadoras chilenas no entienden mapuche (o quizá sea un resabio de enemistad araucana), y así varias agencias de noticias difundieron erróneamente el nombre «Manuel Pérez», en vez de Nahuel Pérez, cosa que de este lado muy pocos advirtieron (quizá porque las agencias tampoco agregaron el segundo apellido del actor). Algo relativamente similar acaba de pasarle a Luis Ortega, convertido en «Luis Ortegui» por European Press y otras agencias, al difundir el triunfo de «Monobloc», este fin de semana, como mejor película ficcional del 13° Festival l'Alternativa de Cine Independiente de Barcelona (el Bafici de los catalanes). A tener en cuenta: para la segunda y tercera proyección de esta película se agotaron las entradas.

Ambito Financiero

19.11.06

Tres últimas funciones

Sí -- son tres las que quedan: sábado 25 de noviembre y sábados 2 y 9 de diciembre, siempre a las 23 15, siempre en el Camarín de las musas (Mario Bravo 960), siempre podés reservar entradas al teléfono 4862 0655, siempre a quince pesos y siempre con descuento para estudiantes, pero no siempre con este elenco que es - y sigue siendo - de lujo: Nahuel Pérez Biscayart, María Inés Sancerni y Luciano Suardi. No dejen de venir: después no digan que no avisé.

13.11.06

Ayer en La Nación

Programas de mano
Otra manera de ilustrar las propuestas

Sobrios, creativos, comerciales, con mayor o menor información, hay modelos para todos los gustos

Fanáticos hay de todo tipo. ¿Qué duda cabe? Y en ese vasto universo también están los que coleccionan programas de mano de teatro, los que sueñan con hacer un estudio exhaustivo sobre el tema o que hasta fantasean con hacer una muestra con esos papelitos que, en general, terminan en un tacho de basura o un bolsillo olvidado.

Claro que no siempre los programas de mano tienen un destino tan efímero. Por ejemplo, en la época del mítico Instituto Di Tella, los artistas y diseñadores más importantes del momento eran los encargados de hacer estos papelitos que nacieron a fines del siglo XIX. Y como esas piezas se hicieron famosas, varias veces se realizaron muestras retrospectivas para dejar bien en claro que, más allá de la cosa funcional, los dichosos y nunca bien ponderados programas también podían ser tomados en cuenta como piezas artísticas.

Para los que quieran hacer un poco de revisión histórica, en el Centro de Documentación de Teatro y Danza, ubicado en el sexto piso de Corrientes 1530, por ejemplo, se puede seguir la línea evolutiva de los programas de mano del Teatro San Martín desde su creación, el 25 de mayo de 1960, a la actualidad. En el INET, Instituto Nacional de Estudios de Teatro, también hay viejas glorias seguramente ya amarillentas, pero dignos testigos del tiempo y del teatro.

Si, casi caprichosamente, se analiza la propuesta de programas de manos de esta temporada se abre un mapa bastante variopinto. Y ante ese mundillo de papeles impresos claramente se pueden trazar tres rutas con rasgos propios.

Veamos. La "ruta" de la escena oficial es la más ordenadita (y, dicho sea de paso, la menos creativa en término de diseño gráfico). Para las obras que se presentan en el Complejo Teatral de Buenos Aires los programas incluyen fotos del espectáculo, la ficha técnica completa, la duración (dato fundamental cuando no vemos la hora de que termine un espectáculo), y algún escrito del director y/o autor. El Teatro Nacional Cervantes tiene una versión con menos páginas, pero igual de efectiva que la del Complejo Teatral de Buenos Aires. En los dos casos, los programas tienen igual formato y diseño porque el peso está puesto en lo institucional.

La "ruta" de la escena comercial es más llamativa. Allí, la información básica aparece en medio de publicidades de pelucas, lugares donde se alquilan smokings y restaurantes que prometen ser palacios de las papas fritas o del bife porteño. Todo eso acompañado con textos que dicen que el vestido de fulana de tal es de la casa tal, que los artistas fueron maquillados en tal lugar o que los fulanos fueron al gimnasio tal.

Los artistas se visten en...

En general, hay mucha más publicidad que información sobre el espectáculo. Es más: algunos productores se resisten a poner el nombre de los personajes al lado del actor. "La gente va a ver a Carlín, ponele. ¿A quién le importa el nombre de su personaje?", suele decir un productor conocedor del paño como pocos.

En medio de este panorama de colores estridentes, hay algunas excepciones. Los programas de los espectáculos del Paseo La Plaza son bastante completos. Por ejemplo, en el de El método Grönholm hay unas palabras del director, un quién es quién, una parte del texto y alguna que otra foto en medio de una publicidad de trajes de novia o de un negocio que dice funcionar sobre ruedas.

Si los programas de la escena comercial suelen ser bastante estridentes (con los de Mar del Plata se podría hacer una exposición pop de primer nivel), la producción de La duda es casi la contracara. Hay otra rareza: el de El misterio del ramo de rosas, que emulaba a una rosa troquelada con muy buena información (¡y caro, carísimo!).

Hace ocho años, la escena comercial tuvo un intento (fallido) de importar el formato de los programas Play Bill. Dichos programas de mano fueron creados hace más de 50 años en Nueva York. Los Play Bill son verdaderos cuadernitos con datos del autor, director, los protagonistas, los responsables técnicos de cada una de las obras. Un lujito para coleccionar y guardar.

Claro que todo eso quedó en la nada. "Es que allá la cosa es distinta. Por empezar, todas las obras tienen intervalo y esos 10 minutos los usás para leer el programa de mano. Acá, no", apunta Javier Faroni, el productor de tantísimos éxitos. De todos modos, varios montajes locales siguen los lineamientos de Play Bill. Por ejemplo, el programa de mano de Sweet Charity . En él todo es muy profesional salvo que nadie controló el estilo y la escritura de los textos del quien y es quien. Las producciones de El Nacional o del Maipo también cuentan con programas con buena información .

Según los cálculos de Faroni, un programa de mano de los que él hace ronda los 50 a 60 centavos. "Si la cosa es un éxito, todo bien. Pero cuando la cosa no es así, se transforma en algo costoso. Pensá que representa casi el 3 por ciento del valor de una entrada", apunta. Los que de ninguna manera pudieron quejarse por lo recaudado fueron los encargados de traer al Cirque du Soleil. Sin embargo, increíble pero real, para ese costoso montaje no había ni un mínimo programa de mano.

Obras de pequeño formato

Como ocurre en tantos otros aspectos, los programas de mano de la escena alternativa son los más creativos. Y aunque en general todo debe resolverse con poca plata (de 400 a 700 pesos, en total), muchos de ellos dan ganas de guardarlos en la mesa de luz o de exponerlos en las paredes de la galería Belleza y Felicidad.

Dentro de ese universo, la alternativa de apelar a postales se ha convertido en una fija ( La marca de Caín , El vuelo , Los hijos de los hijos , El 52 y siguen las firmas). Casi como contracara, la obra Los mansos tiene su programa de mano y hasta un libro objeto de primer nivel diseñado por Gonzalo Martínez, quien en su rol como teatrista acaba de estrenar Los demonios. A lo largo de estos últimos años, Martínez hizo el diseño de programas de mano en montajes de Daniel Veronese, Emilio García Wehbi o Tantanian, entre otros.

"Por necesidad de las obras, hice unos trabajos en los que el diseño en torno a la obra formó parte del espectáculo. Me pasó, por ejemplo, con El suicidio, de El Periférico de Objetos. Y te diría que, a partir de ese trabajo, el deseo de muchos artistas fue extenderse fuera del teatro, pero desde el teatro. Cuando hablaba con Veronese, decíamos que ese programa de lujo debía ser un acto más de la obra."

En la doble función de teatrista y diseñador, Gonzalo Martínez no es el único caso. Sin ir más lejos, el actor Martín Piroyansky fue el que diseñó el programa de mano de Decidí canción que, en una simple hoja en blanco y negro, trazaba una perfecta síntesis dramática de la obra de Gustavo Tarrío. El mismo Piroyansky fue el que también ideó para Kuala Lumpur los afiches de tipo bailantero que están pegados por el Abasto para promocionar la obra.

Hay otros casos para destacar. Por ejemplo, la coherencia entre la obra y las fotos a lo Pierre et Gilles de El año de leberwurst. O el cubo que diseñó Mariana Pertuso para El cubo. O el magnífico trabajo gráfico (que incluía hasta un álbum de figuritas) que presentó Rafael Spregelburd para Bizarra. O la propuesta de Leonardo Eschenique para Vivisección, en la que, pagando unas monedas de más, el público se puede llevar el texto de la obra con el programa de mano. O las piezas únicas que Gonzalo Martínez ideó para El matadero, de García Wehbi. "Otra cosa que pasa con este tipo de objetos es que hay una intención de que el espectador se lleve algo de la obra a su casa. Un objeto que lo remita a la sensación de la obra", reflexiona Gonzalo.

Así, en papeles y papelitos que sirven de preámbulo o extensión de los espectáculos, también se escribe la historia de la escena porteña.

Alejandro Cruz

9.11.06

El sábado 11 de noviembre

María Inés Sancerni a días de su regreso manso.
© Ernesto Donegana

... será la única posibilidad de ver a María Inés Sancerni como Nastasia junto a Ciro Zorzoli como Rogojin. Ciro hará su última función esta vez compartiendo cartel con la inefable Inesa - el duelo está planteado: vengan a ver cómo se besan, se pegan y se matan estos dos monstruos de la escena porteña.

Ciro Zorzoli empuñará el cuchillo por última vez este año: su víctima será María Inés Sancerni.
© Ernesto Donegana