26.5.07

Una nota a Nahuel (y sus amigos)

Link sobre el título del post.

Una nota en Sudestada

Entrevista a Alejandro Tantanian
“Para mí el teatro y la literatura son casi la misma cosa”

Cuatro décadas de vida le han servido a Alejandro Tantanian para hacer de todo, y para hacerlo todo bien. Actor, cantante, dramaturgo, director, profesor y estudiante permanente (para él cada proyecto es una “excusa” para interiorizarse en la obra de los más diversos autores). Como actor se inició en la década del 70 en el grupo Catarsis. A mediados de los 90 formó parte del grupo de dramaturgos Caraja-ji y de El Periférico de Objetos. En 1997 estrenó Un cuento alemán, en la que la dramaturgia y la dirección corrían por su cuenta. Escribió y dirigió, a lo largo de esa década y la siguiente, decenas de obras, no sólo en el ámbito local sino también en el internacional. Y fue el primer artista argentino en recibir una beca de la Akademie Schloss Solitude de Stuttgart.

Hoy, en la cartelera porteña, conviven tres obras suyas: Los Mansos, Recital Ibsen y Cuchillos en gallinas. La primera, sobre motivos de El idiota de Fedor Dostoievski, se estrenó en julio del año pasado en El Camarín de las Musas. La segunda, sobre fragmentos y cartas de Henrik Ibsen, puede verse en el Teatro San Martín desde principios de octubre. La última, una obra de David Harrower, desde el 25 de octubre también en el San Martín. La literatura es una constante en las obras de Tantanian, “para mí no hay división entre el teatro y la literatura: son casi la misma cosa. La literatura siempre tiene un ascendente bastante poderoso en mis producciones teatrales. En mi caso las dos prácticas están indisolublemente unidas. Yo no puedo pensar en la práctica teatral si no viene de la literatura.”

La particularidad del trabajo de Tantanian con las obras de estos autores es que no se trata de adaptaciones lineales, sino que toma determinados fragmentos o nodos de las producciones literarias a los que combina (en el caso de Los Mansos también con datos biográficos propios y de los actores) construyendo un fino entramado que se constituye como una relectura personal sobre aquellos clásicos. “Recital Ibsen está armada como una mirada sobre Ibsen tomándolo como hombre y vinculándolo con ciertos lugares de pensamiento por los cuales transitó, que tenían que ver con la búsqueda de la justicia, la libertad, la idea de individuación, el dilema de lo humano y la vinculación con lo sagrado. Lo que nosotros queríamos presentar era una mirada más densa del personaje, y eso fue lo que hicimos en el entramado de textos, que tampoco podía durar más de una hora porque iba a ser una lectura. Por eso también mi decisión de pedirle al teatro que convocara a Elena Tasisto y a Alfredo Alcón, que son figuras emblemáticas que permiten que la gente venga a ver una lectura. Porque si alguien va a leer textos de Ibsen lo más probable es que no le guste a nadie. Entonces me parecía bueno que hubiera dos figuras convocantes, además de extraordinarios actores, que pueden leer de una manera muy poderosa, que tienen una relación muy estrecha con la palabra. La idea fue un recital, entonces tomás un poco de acá y de allá: escribimos algunos textos con Nicolás (Schuff), reformulamos otros que no son de Ibsen, hay escenas de sus obras, tomamos cartas, fragmentos de su diario íntimo, y con todo eso armamos un texto.


Con respecto a El idiota -el espectáculo de Los Mansos-, Dostoievski es un autor que me fue leído por mi padrino cuando tenía nueve años. Yo vengo de una familia de origen ruso, él me leía fragmentos de distintos autores pero el único ruso era Dostoievski, y para mí el sonido de su apellido tenía mucho color local, era un nombre familiar. Con Dostoievski siempre tuve un vínculo muy poderoso que para mí significa la infancia. Cuando fui un poco más grande, a los 12 o 13 años, me impresionó más todavía. Desde que decidí hacer teatro me rondaba la idea de trabajar con él, y siempre me pareció una idea demasiado grande, no encontraba el momento o la manera. Y me di cuenta que lo que tenía que hacer era asociar esa vivencia Dostoievski en mi vida con lo que quería hacer. No hacer un espectáculo basado en la novela, sino basado en mi experiencia de vínculo con ese autor, que tiene que ver con mi familia, con mi infancia y con aquello que ya no está, con el pasado. Y descubro que Dostoievski, desde el punto de vista del procedimiento, hacía exactamente lo mismo. Como todos los autores, que trabajan con su propia vida, pero él lo hacía de una manera más literal. Trabajaba casi como si fuera un diario, si bien lo metía en un campo de ficción. Entonces me parecía que el procedimiento de trabajar con la propia biografía era un procedimiento de Dostoievski, por eso pensé en trabajar no tanto sobre la novela, sino sobre motivos. Trabajé a su vez con la biografía de los actores y con mi propia biografía. Y eso es lo que construye en alguna forma la gramática y la dinámica del espectáculo.”

Presentada en una sala poco convencional –y perfecta para el clima intimista que atraviesa toda la obra-, Los mansos se abre y se derrama sólo sobre aquellos espectadores capaces de entregarse plenamente a la experiencia que se les está ofreciendo. “Yo apelé a un espectáculo que sea claramente emocional, a mí no me interesaba contar una historia. Creo que había que despertar la voluntad de meterse en la novela, yo sé de mucha gente que fue y se compró el libro. Me parece que el espectáculo despierta amor por ese texto. Es un espectáculo en el que a mí más que nada me importaba traducir la emoción que yo tengo por ese autor, ese vínculo. Esa mirada sobre la compasión, la religiosidad, el volver a pensarse como un ser preocupado por la existencia y por cuestiones más trascendentes, por la idea de la bondad. Me parece que en la novela hay unos temas extraordinarios, muy conmovedores para mí, y yo busqué todo el tiempo esa emoción en el espectáculo. No es un espectáculo en prosa, está más cerca de la poesía."


Los Mansos es una obra que consigue ser distinta en cada función. El hecho de que, desde sus comienzos, varios actores distintos se hayan calzado el traje de sus personajes es un factor que intensifica esta sensación de renovación y apertura. “Para mí Los Mansos era un espectáculo cerrado, era imposible que entrara otro actor. Nos vimos en una situación de una encerrona porque a Stella Galazzi, que fue la primera que tuvo que irse, le salió un trabajo muy bien remunerado y necesitaba ese laburo. Yo no quería bajar el espectáculo, que estaba lleno, y dije ‘bueno, veamos’. Elegí a María Inés Sancerni. Y fue una buena decisión. Obviamente cambiamos algunas cosas, ella puso también su parte de biografía. Y después surgió que Luciano (Suardi) y María Inés se tenían que ir y dije ‘bueno, sigamos probando, a ver qué pasa’. Y funciona. Lo interesante es que es un espectáculo claramente de actores. Nahuel (Pérez Biscayart) es el único que permanece y es muy bueno lo que pasa porque es otro espectáculo. Ahora más que antes, porque cambiaron los dos, Rogojin y Nastasia. Pero también es interesante ver que él es otro actor. Nahuel es un actor de verdad prodigioso en ese sentido, porque actúa en el presente, está trabajando con vos y trabaja con vos, con lo que vos le das, entonces modifica su actuación porque el que tiene enfrente ahora mide 1.86 y es como un oso (Ciro Zorzoli) y antes Luciano era como él, rubio, más flaquito, hasta desde el punto de vista de las tensiones corporales es distinto. Quedó comprobado que el espectáculo permite que otra gente ingrese. Es un espectáculo distinto, y eso es también lo que permite que siga vivo. Siempre intenté que fueran muy distintos los reemplazos. Yo no quería que entrara un actor a hacer lo que hacía el otro, porque estaría traicionando el espíritu del espectáculo, que es trabajar desde uno.”

La complejidad del entramado de líneas que constituye la estructura de la obra y la intensidad de las emociones que se juegan en escena y que se despiertan en los espectadores hacen que Los mansos sea una obra que muchos decidan ver más de una vez. “Ha habido mucha gente que reincidió en el espectáculo, y me parece que tiene que ver con que tiene una zona muy enigmática, entonces hay un intento de atravesar ese enigma. A mí eso me parece maravilloso. Porque un libro uno lo puede releer, cuando a uno le gusta mucho una película la ve varias veces, pero en el teatro no es muy común. Yo soy un espectador de teatro bastante atípico, cuando me gusta algo voy muchas veces a verlo, porque me parece que es la mejor forma de conocerlo. Uno está muy acostumbrado a la deglución: me lo como, lo mastico y lo defeco. Por eso a mí también me parece tan violenta la crítica. Tan nada que ver con lo que uno hace. Porque vos cuidás ese objeto, le ponés todo el amor, el trabajo, la dedicación, y viene alguien y te dice ‘malo’, y la verdad que no es así. Alfredo Alcón decía una cosa buenísima, que la crítica es una piedra en el agua. Y es maravilloso eso, porque una representación teatral es el agua que fluye, que cambia y la crítica es un golpe que lo que hace es detener. Es como decir ‘es esto’, cuando el teatro es fluir.”

De todos modos, la crítica no parece preocuparlo demasiado, “el diario envuelve los huevos de mañana. Además acá no estamos en Broadway, no te hunde un espectáculo la crítica. Los Mansos recibió buenas críticas, todas en general, pero funciona por el boca a boca. La gente lo recomienda y eso es lo importante.”

Anabella Castro Avelleyra
Nota realizada en octubre de 2006.

Disculpas y medianoche

Pedimos disculpas por las demoras de ayer, viernes 25 de mayo. Las funciones de El día que Nietzsche lloró que tienen a Luciano (Suardi) como protagonista están empezando con demora y ésto nos obligó a retrasar la función de ayer.

Si esta situación insistiera en repetirse, fijaríamos nuestro horario a las 24: medianoche: lindo, bello horario para darse una última vuelta por la Rusia. Je. Quedan apenas seis funciones. No dejen de venir.

14.5.07

Se acerca el final...

... el viernes 6 de julio de 2007 será nuestra última función. Los Mansos llega a su fin. Nos pondremos a trabajar - entonces - sobre Karamazov! -- Acompáñennos en esta despedida, espero que podamos armar una hermosa función final. Pensábamos también hacer una fiesta después. Ya les pasaremos información a los interesados. Mientras tanto --- aún quedan funciones para disfrutar.