Dostoyevski incluyó como nadie en su trabajo su propia enfermedad - o lo que es lo mismo en su obra. El escritor ruso hizo partícipes de su enfermedad a numerosos personajes de sus narraciones y novelas, de los que el más conocido, y sin duda, prueba evidente de la enfermedad de Dostoyevski, es el conde Myshkin en la novela "El Idiota".
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La epilepsia de Dostoyevski empezó - según sus propias palabras - en una noche de Pascua durante su destierro (a causa de los contactos que mantenía con círculos revolucionarios, el escritor fue condenado a muerte en 1850, pena conmutada, justo antes de la ejecución, por la de cuatro años de deportación a Siberia) aproximadamente cuando tenía 30 años.
Lo sucedido se manifestó de forma evidente en dramáticas crisis de gran-mal: Seguramente se trata, en la crisis descrita, de una crisis secundaria generalizada gran-mal, cuya primera parte ocurrió en un acontecimiento focal: las crisis de Dostoyevski iban casi siempre acompañadas por un aura muy marcada, que le proporcionaba una sensación de felicidad.
"Se atascó un momento, como si estuviera buscando las palabras, y abrió la boca... De repente de su boca, extremadamente abierta, salió un grito extraño, prolongado, carente de sentido, y perdió el conocimiento cayendo al suelo [...]. Contracciones espasmódicas sacudían todo su cuerpo, y en las comisuras de la boca había espuma."
No sé si esta dicha suprema dura unos segundos, horas o meses, pero creánme, no la cambiaría ni por todas las alegrías que la vida pueda ofrecer."
Dostoyevski hace percibir en el principe Myshkin, claramente un personaje autobiográfico, mediantes descripciones minuciosas de esos sentimientos eufóricos, esa "gratificación que le proporcionaba su epilepsia", permitiéndole que sea él quien describa ese estado.
La observación de su propia epilepsia influyó de manera notable en el escritor, en diferentes facetas de su obra, además de permitirle encontrar otros puntos de vista y otros juicios de valor, que no hubieran sido posibles de no haber padecido la enfermedad.
1 comentario:
como hermano adoptivo de un cocker spaniel con epilepsia idiopática, este post me hace desear la utopía de que mi (*mi* hermano) Bruno sea excelsamente feliz momentos antes de sus convulsiones terríficas.. ¿será?. tantas veces estúpidas veces ya estuve lamentando no poder hablar con los animales; apenas puedo guiarme por signos, por auras.. por postings en blogs en los cuales ¡ súbitamente ! desemboco
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